¿Se termina la arrogancia médica con la IA?
- BYTHEWEB
- 3 may
- 2 Min. de lectura
Hay una arrogancia que aún habita en buena parte del mundo médico. No en todos, claro, pero sí en muchos.
Una sensación de superioridad que lleva a algunos profesionales a creer que su conocimiento técnico justifica desoír, subestimar o incluso violentar la autonomía y dignidad de las personas que atienden.

El fenómeno no es nuevo. Se ha hablado (y vivido) muchas veces: médicos que interrumpen al paciente a los cinco segundos, que minimizan síntomas, que comunican diagnósticos graves con una frialdad quirúrgica, que actúan como si el cuerpo les perteneciera y la voz del otro no importara. ¿Quién no ha pasado alguna vez por algo así?
Pero algo está cambiando. Y tiene nombre: inteligencia artificial.
De pacientes obedientes a personas informadas
Hubo una época en la que el médico decía y el paciente asentía. Sin cuestionamientos. Sin acceso a otra fuente. Pero después llegó Google. Y con él, esa nueva figura del paciente que llega con dudas, artículos impresos, estudios comparativos, tratamientos alternativos. El famoso: “Doctor, leí que…”.
Y ahora llegó la IA. Con más velocidad, más precisión y más capacidad para ofrecer respuestas personalizadas. Aplicaciones que analizan síntomas, plataformas que sugieren tratamientos, chatbots que explican condiciones médicas mejor que muchos folletos en la sala de espera.
El paciente ya no es tan “paciente”
Ni pasivo, ni obediente. Llega más informado, más exigente, más protagonista. Quiere entender, participar, decidir. Y eso plantea un nuevo escenario para los profesionales de la salud: lidiar con personas que no solo escuchan, sino que también preguntan, cuestionan y, a veces, desconfían.
¿Molesta? Tal vez.
¿Desestabiliza? Sin duda.
¿Es necesario? Absolutamente.
Porque en lugar de verlo como una amenaza, se puede ver como una invitación. A construir una relación médico-paciente más horizontal. A guiar en vez de imponer. A explicar en lugar de callar. A integrar la inteligencia artificial como una aliada que mejora el diagnóstico, la precisión y el tiempo… pero que nunca reemplaza el juicio humano ni la empatía.
El verdadero desafío: menos ego, más colaboración
La IA no va a terminar con la arrogancia médica por sí sola.
Pero sí obliga a un replanteo.
Ya no alcanza con ser “el que sabe”.
Ahora hay que ser el que escucha, el que traduce información compleja, el que acompaña decisiones informadas.
Y ahí está la oportunidad: en combinar lo mejor de la tecnología con lo más valioso de la profesión médica. No competir con la IA, sino usarla para enfocarse en lo que ninguna máquina puede hacer: conectar con otro ser humano.
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